«Debes estar dispuesto a arder en tu propio fuego: ¿Cómo podrías renacer sin haberte convertido antes en cenizas?»
— Friedrich Nietzsche
Querida alma, que caminas hacia el Despertar:
¿Qué es el «superhombre»?
Hay conceptos que, aunque nacidos en diferentes tradiciones, como inspiraciones llegadas desde diferentes planos y realidades aparentemente distantes, parecen tocarse al fin en las alturas del verdadero espíritu.
Uno de estos conceptos es el del “superhombre” (de Friedrich Nietzsche), un ser que se erige mucho más allá del hombre ordinario, nunca por encima de los demás, sino por encima de sí mismo, como quien asciende una elevada montaña siempre interior. El hombre que ha superado al mismo hombre.
No se trata de un ser con poderes sobrehumanos, ni un ideal físico, ni un ser moralmente “bueno” en el sentido más tradicional, tal y como nos diera a parecer en este mundo nuestro.
Es más bien un símbolo del ser humano que ha superado sus propias limitaciones, que ha trascendido los valores establecidos por la moral tradicional —especialmente la moral judeocristiana que Nietzsche conocía y consideraba decadente y represiva—.
Nietzsche no hablaba de un héroe con capa, ni de un conquistador del mundo, ni de un salvador, sino de un conquistador y salvador de sí mismo.
El superhombre de Nietzsche es aquel que ha roto las cadenas de la moral impuesta, de las creencias heredadas, del miedo a ser quien realmente se es.
El superhombre de Nietzsche es un creador de sentido, un verdadero artista de la existencia que vive sin apoyarse en dogmas, porque ha descubierto en su interior la fuerza necesaria para sostener su vida con autenticidad.

Y me pregunto: ¿no es acaso esto también el camino del Despertar de la Consciencia?
Trascender el ego
El superhombre no es una meta externa, sino una transformación interna. Como «ser despierto», ha reconocido las trampas del ego —ese yo, tan pequeño como poderoso, que busca aprobación de manera desesperada, que juzga y teme al juicio, que se aferra a lo conocido por temor a saber—, y ha comenzado a vivir desde otro lugar: desde la presencia, la verdad —aunque sólo esta sea su verdad— y la libertad interior.
Crear nuestros propios valores
Nietzsche no propone al superhombre como un modelo que todos deben seguir desde la literalidad. Sea cada cual quien es.
Es más bien un arquetipo, una figura inspiradora, como una estrella lejana que nos guía invitándonos a crecer, a liberarnos y a convertirnos en creadores de sentido.
Para Nietzsche, una vez muerto Dios —el dios que castiga desde los sistemas rígidos y las verdades absolutas—, el hombre debía aprender a crear. Y en ese vacío, surge el superhombre como el portador de una nueva y esperanzadora luz.
Así también el «ser despierto», tras cruzar su noche oscura, se convierte en alquimista de su alma. Ya no vive por deber, por miedo o por culpa. Vive desde el corazón, desde el alma. Crea, no para ser admirado, sino porque no puede no crear. La creación es su destino.
El ser consciente, el «ser despierto», también vive con esa maravillosa intensidad que llega cuando te reconoces. No pospone, no niega, no espera a otro momento para ser feliz. Comprende que el ahora es eterno, y lo honra con toda su alma.

Amar la vida tal como es
Uno de los conceptos más bellos de Nietzsche es el “amor fati”1, el amor al destino. Aceptar todo, incluso lo doloroso, como parte de una danza perfecta en medio de las visicitudes de esta vida.
No se trata de resignarse, sino de abrazar cada instante de nuestra vida como si lo hubiéramos elegido eternamente.
Esta aceptación profunda es también la esencia del Despertar: decir “sí” a la vida, tal como es, sin condiciones.
Vivir en gratitud —y siempre… gracias, gracias, gracias— aún en medio de las tinieblas y de las sombras más tenebrosas.
Es reconocer siempre la perfección escondida tras cada experiencia vital.
Todo tiene un sentido y ocurre porque así debe ocurrir.
Dos lenguajes, una misma llamada
Nietzsche no habló de alma ni de espíritu. Pero en sus palabras arde la llama de alguien que presintió la grandeza que habita en el ser humano cuando se libera de sus cadenas y se atreve a brillar.
Desde otro lenguaje, con otro tono, nos invitó al mismo lugar que desde aquí ahora buscamos: a recordar quiénes somos, a asumir nuestra inmensa divinidad, a vivir con coraje, compasión y amor, siempre con voluntad y presencia.
Tú, que caminas hacia el Despertar, ¿te reconoces? ¿Puedes sentir ese impulso de ir más allá de ti mismo, de nacer de nuevo, de vivir como creador y no como espejismo?
Que esta carta te inspire a mirar hacia adentro.
Y que desde ahí, te atrevas a florecer.
Con cariño y respeto en tu caminar,



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