«La herida es el lugar por donde entra la luz»
Querida alma que esto lees:
No siempre se escucha con los oídos. A veces, esa «llamada» llega como un fuerte desgarro en lo más íntimo de cada ser. Como una grieta profunda en la acomodada rutina de tu diaria vida. Como un dolor profundo e intenso, que quema, y que no se acierta a explicar.
Y entonces, algo se rompe por dentro mientras sangran tus mismas entrañas. Algo te arranca de tu lugar para sumergirte en el inmenso mar de la duda y la sombra.
El mundo gira. El sol, la luna, las estrellas danzan como cada día, día tras día. Pero tú… tú ya ahí no estás.
¿Una intuición? ¿Una certeza? ¿Una idea que ya no encaja en tu mundo que se desmorona sin remedio ante tus ojos?

«No hay toma de conciencia sin dolor»
El despertar no comienza con luz. El despertar comienza con la punzada de la dolorosa pérdida, del desconsolado duelo. Con esa silenciosa caída en el abismo de la sombra en la que descubres que ya no sabes quién eres. Que todo lo que antes te sostenía… ya ahora no se mantiene.
Lo llaman crisis. Tal vez sea el umbral. El umbral hacia el Despertar.
Y no es la vida la que se destruye. Es el alma que comienza a hablar. Y sus palabras no son dulces, ni suaves. Son palabras viejas y antiguas, ya olvidadas. Son palabras profundas. Y duelen. Siempre duelen.
Pero, no lo dudes, si te abres a ellas y las dejas reposar en el interior de tu ser, siempre germinan… y dan fruto al fin.

Escuchar esa «llamada» es abrirse a ese lejano eco que te invita a recordar.
Recuerda lo que ya sabías antes de tener miedo. Recuerda lo que ya juraste antes de nacer. Recuerda aquello a lo que viniste a este lugar —no solo a sobrevivir—: a encarnar en esa pequeña chispa que alumbra en la Eternidad.
Y cuando lo haces, cuando te detienes, cuando miras al cielo con los ojos húmedos y el corazón desgarrado, no para pedir… sino para aceptar y agradecer… tu mirada se convierte en respuesta.
Entonces, hermano, te habrás abierto a la llamada. Y aunque nada parezca haber cambiado… todo habrá comenzado.
Con cariño y respeto en tu caminar,


- Joseph Campbell (1904–1987) «El Viaje del Héroe» ↩︎
- Yalāl ad-Dīn Muhammad Rūmī (1207 – 1273) ↩︎

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