Querida alma que lees:
Posiblemente no sepa nunca cómo has llegado hasta aquí. Tal vez fue una búsqueda, una sincronizada coincidencia, una intuición. Tal vez.
Tal vez algo en ti —esperando, silencioso, paciente— lleva tiempo susurrándote que hay algo más allá del ruido, más allá de las prisas, más allá de aquello que nos enseñaron a llamar «realidad».
Este espacio no será una bitácora común.
Será, siempre que tú decidas que así sea, un templo digital. Tu templo. Tu umbral.
Un sitio donde la palabra —bendita sea la palabra— se convierte en antorcha y la lectura en ritual.
Aquí encontrarás cartas escritas para el alma.
Cartas para recordar. Cartas para despertar.
Despertar no es fácil.
Cuestionar lo establecido, mirar detrás del velo, salirse de la «normalidad».
No es cómodo. No es popular.
Pero es liberador.
Cada texto que comparto aquí nace desde una certeza:
no vinimos a este mundo a obedecer ciegamente, ni a sobrevivir sin más cuestión, sino a recordar quiénes somos y por qué estamos aquí.
Si algo resuena en ti al leer esto, no estás solo.
Estamos muchos despertando, uno a uno, como luciérnagas en la noche.
Y cuando nos reconocemos, la oscuridad pierde fuerza. Y nos reencontramos.
Te doy la bienvenida a este rincón sagrado.
Siéntete libre de leer, reflexionar, compartir…
O simplemente quedarte en silencio, dejando que la semilla germine.
Siempre será tu elección.
Gracias por abrir esta carta.
Gracias por despertar.
Con amor y verdad,

Escritor de memorias por vivir.





